Sergi dice:
Hace años que vivimos al borde del colapso y una clara muestra de eso podría ser esa tendencia que lleva años sacudiendo la música que escuchamos: los títulos estilizados en mayúsculas. Aunque también podría perfectamente no ser muestra de nada.
Ya desde hace unos cuantos años se ha convertido en algo habitual. Empezando por el hip-hop: Kendrick Lamar y su DAMN., Travis Scott y su ASTROWORLD, Aminé y su ONEPOINTFIVE, siguiendo por el pop más mainstream, Rihanna y su ANTI, Billie y su WHEN WE ALL FALL ASLEEP, WHERE DO WE GO?, y hasta lo más indie: FKA Twigs y su MAGDALENE, St. Vincent y su MASSEDUCTION, Angel Olsen y su MY WOMAN.
¿Y por qué? Elucubramos:
La estética lo es todo: Pocas cosas hay más grandilocuentes que leer un título todo en mayúsculas. Tiene sentido: tienes un concepto al que le vas dando vueltas durante mucho tiempo y cuando lo traes al mundo no te vale la falsa modestia: aquí lo tenéis, EL DISCO.
TODO TODO o TODO Todo: Podríamos considerar a Kendrick Lamar el pionero en esto a gran escala, pero tenemos que reconocer que una cosa es hacerlo a lo DAMN., con todas las canciones también en mayúscula (hasta las features), y otra es estilizar el título del álbum en mayúsculas (EL CONCEPTO) y ser más humilde y clásico en los títulos de las canciones - como hacen la mayoría de álbumes que mencionábamos antes y como hace el álbum sobre el que quiero hablar en esta newsletter.
Nativos digitales y la ortografía: Desde los inicios de los 2000 y el msn hasta los hilos de twitter, podría parecer normal que artistas de una generación marcada por Internet no encontrasen sentido en seguir las reglas ortográficas al pie de la letra. Hay un punto de provocación tanto en las mayúsculas como en las minúsculas (por ejemplo, en thank u, next), incluso en 2016 hubo el amago de algo mucho más provocador que por suerte se quedó en anécdota: el caso de ZAYN, que aunque en su nombre artístico no se ahorró las mayúsculas, decidió apostarlo todo al caos mayúscula-minúscula en su infravalorado debut, MiNd Of MiNe.
Destacar por los ojos: ¿A quién no le gusta estar tranquilito y que alguien le grite un título de álbum en la cara?
En fin, la estilización de los títulos hace años que es flexible, aunque puede que la tendencia se quedé ahí como síntoma de un tiempo confuso. Al final, se trata de un recurso con capacidad de sorprender limitada. Por eso no sorprende que muchos de los artistas surfeaban esta ola ya han sacado sus siguientes proyectos sin abusar de trasgresión. Ariana tiene su Positions, Aminé tiene su Limbo, para su último single Billie optó por un clásico ‘Therefore I Am’, en All Mirrors no queda nada de MY WOMAN y Daddy’s Home llegará en mayo libre de gritos en su estilización (aunque no libre de gritos en su primer single).
El fin de semana pasado todo esto volvió a mi mente al salir el segundo álbum de Maria Arnal i Marcel Bagés.
CLAMOR es un álbum caótico, desgarrado a base de glitches y que parte de la idea de imaginar el fin del mundo. Prácticamente tiene todo lo que prometía su primer y único single: un pop mutante y electrónico, tradición que convive perfectamente con la abrasión y una proyección - más que al futuro - a la debacle. Y lo mejor de la debacle, si me preguntáis: los destellos - el cometa enterneciéndose de ‘Meteorit Ferit’, el rastro de estrellas de ‘Tras de ti’ o las cosas por explicar perdidas en el calidoscopio de ‘Hiperutopia’.
Y es que un título tan certero como “Clamor” no se podía dejar a medias: el fin del mundo sólo puede llegar en mayúsculas, sonando a Homogenic y con una portada que recree digitalmente una civilización al borde del abismo sobre el negro más absoluto.
Edición I miss the Old You…
Júlia: Cuando pensaba en quién podría destacar para esta hot take, me venían a la mente respuestas quizás no demasiado inspiradas (echo de menos la Old Lorde, ya sabes, la que sacaba música; o incluso echo de menos el Viejo Nick Cave, el que no estaba todo el rato triste, etc.) pero de repente me ha venido. A quién echo de menos de verdad es a la Old Marina (la que venía con The Diamonds), que dejó su anterior persona atrás para nominarse, justamente, en all-caps y 0 taste. ¿Dónde quedan los duros ritmos pop de Electra Heart? Las letras irónicas, inteligentes, afiladas. Los absolutos himnos que, incluso, podemos encontrar bien entrada la era Froot. No sé donde quedan, pero tras Love+Fear y por mucho que me encuentre revisitando inexplicablemente su último single ‘Man’s World’ yo ya no los espero.
Enric: Pues yo diré HAIM. El trio es sin duda uno de los fenómenos de la última década. Irrumpió con conexiones y predisposición, sí, pero también con singles innegables, una propuesta extremadamente bien definida y un directo cautivador. Todo tenía tanta energía que cuando tocó hacer el segundo, se quedaron sin ideas. Creo que dijeron en una entrevista que estuvieron muchos meses bloqueadas intentando replicar el factor “fun” del primer disco. El segundo, menos conciso y pulido, más lánguido e irregular en teoría para parecerse a su directo, fue infravalorado de primeras y apreciado de segundas. Y todo gracias a Women In Music, paradojalmente su disco mejor valorado, creo. Si el primer disco era divertido, el segundo era más emocional, el tercero es… ¿aburrido? Canciones con mal gusto, referencias de calcomanía y una reedición sin sentido alguno que rematan un álbum con colaboradores pasados de moda y un título entre lo irónico y lo ofensivo: Women In Music Pt. III, el nuevo disco de las tres HAIM (Ariel Reichstad, Rostam Batmanglij y Danielle Haim). Incluso The Aces, banda que claramente se inspiró mucho en el debut de HAIM, cayeron en el mismo error con su secuela. En fin, borrón y cuenta nueva, HAIM 2012 —2017.
Sergi: Pues la verdad es que yo no echo de menos a nadie.